13 marzo 2017

¿Podemos no ser independentistas en Cataluña?




Artículo base: La centralidad del catalanismo de Pau Luque(investigador en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México)


Franco y el "nacionalcatolicismo" me vacunaron rápidamente de ser españolista y creyente. Para dejar de ser catalanista ha sido necesario más tiempo y más personajes: entre otros, Pujol, Barrera, E. Maragall, Ferrusola, Carod, Mas, Junqueras y "el derecho a decidir".
La pregunta hoy es, en mi opinión, si hay margen para ser catalanista y no ser independentista. La respuesta, que pienso en paralelo con el autor del artículo arriba mencionado, es que no hay, ni tampoco -y esto es algo exclusivamente mío- habrá margen: la edad de la inocencia del catalanismo ha pasado, ha cruzado la frontera, se ha roto el vaso y ya no hay forma de recomponerlo.

Alguien me podrá criticar que eso, pensar en un catalanismo inocente y abierto (un catalanismo donde "sea legítimo vivir el hecho catalán de diversas maneras, es decir, mientras catalanismo sea un término cuyo significado admita diferentes familias culturales y políticas") siempre fue un error ya que el catalanismo, como el españolismo, siempre ha tenido el germen nacionalista que quiere integrar en una única alma (la nacional) a todos los que viven en un territorio, convirtiendo a la ciudadanía en pueblo. Germen seminal al que sólo le ha hecho falta una EOP(*) favorecedora para, de forma oportunista, crecer y colonizar el pensamiento.

No hay que mirar muy lejos, este "alguien" del párrafo anterior soy yo mismo cuando me miro críticamente.

Igualmente hay que preguntarse si hoy se puede ser catalanista y no ser identitario. Y la respuesta, pienso igualmente, tiene que volver a ser negativa. Y el problema es que estamos ante otro vaso roto: una vez en el catalanismo se ha hecho hegemónico el pensamiento independentista, ya nadie podrá ser -o decir que es- catalanista sin mostrar una profunda fe identitaria.

Se ha establecido una relación fuerte entre catalanismo, identidad y independentismo, tan fuerte y autolegitimadora que nos vemos empujados a posicionarnos sin rodeos y en la lógica schmittiana en el eje nacionalista / no nacionalista, y el que ose no hacerlo será condenado a la nada. "Esto no es sólo una lamentatio; es, antes que nada, un hecho" (Pau Luque, artículo citado, antiguo alumno y discípulo de Francisco Fernández Buey)

La edad de la inocencia del catalanismo ha pasado. Y esta crisis pasa factura. Y la pasa a los que, de un modo u otro, pensábamos que en la casa del catalanismo podíamos vivir varias familias culturales y políticas. Es esto lo que dice el artículo base de este texto. No que el catalanismo divida a la derecha o a la izquierda, sino que aquellos de la derecha o de la izquierda que entendían el catalanismo de una forma abierta (es decir no habla ni del PP ni de ERC o de la CUP : "esta lectura no afecta a ERC o la CUP, ya que estas formaciones eran independentistas mucho antes", "y en mucha menor medida -estoy pensando en parte de Unió- también la derecha, el PP nunca fue catalanista") o bien se han posicionados para un catalanismo identitario independentista (Convergencia) o bien sufren problemas internos (Unión, PSC e ICV) por sus diferente almas ("Mientras ser catalanista quería decir varias cosas a la vez, ICV tuvo paz interna. Cuando ser catalanista pasó a significar, casi en exclusiva, ser independentista, en ICV, y también en el PSC, la paz interna se desmoronó.")

Por lo que nos interesa, en dos casos (ICV y Convergencia) la mutación es reactiva, pero si la conversión al catalanismo identitario e independentista fue, en el caso de Convergencia, puro cálculo instrumental (político y de poder) ante el embate de ERC, en el caso de ICV (que como dice el artículo, y a pesar de la coincidencia temporal, no sucede debido al cambio de Convergencia: "Por supuesto esto no significa que lo segundo [conversió de Convergència] sea causa de lo primero [canvi d’ICV]”") ha sido, más bien y siempre en mi opinión, motivado por un dejarse arrastrar acríticamente por el impacto que en la ciudadanía ha tenido el aprovechamiento de la EOP de esta crisis por parte de ERC y la CUP (ahora mermada, esta instrumentación independentista del EOP, por la aparición de Podemos -Ciudadanos lucha en otro frente). O sea, los tres (un amigo independentista, el autor y yo) decimos lo mismo "ICV se adscribe al independentismo cuando la sociedad empieza a ser independentista", pero donde mi amigo ve una positiva adaptación al medio, los otros dos lo vemos críticamente como una dejadez ideológica al primar el eje territorial por encima del eje de clase.

Tanto da que, presuntamente hastiados por lo que hay detrás de ser independentista (ser identitario y nacionalista), busquemos, de cara a la galería, excusas instrumentales del tipo económico o cultural. A estas excusas le podemos contestar ¿Y si mañana nos fuera económicamente hablando mejor volver a ser parte de España, lucharíamos en buena coherencia y con la misma firmeza para volver? ¿Y si mañana nos fuera mejor también económicamente hablando independizarse del resto de Cataluña, lucharíamos por una República de Barcelona [o de Gerona, o de cualquier nueva combinación territorial que venga al caso]?

También podríamos preguntar que qué cultura -o identidad- defienden cuando dicen defender la cultura -o identidad- catalana ¿la que se hace aquí, en Cataluña, con independencia de quién o cómo la hace o la que se hace en lengua pensada en catalán? Y qué pensar de la cultura que hace -o de la identidad que tiene- gente que ha nacido y se ha criado aquí y vive fuera ¿sólo cuenta si está hecha / pensada en lengua catalana? ¿O tal vez hablamos de intenciones, y es cultura -o tiene identidad- catalana la que se hace aquí o fuera, pero sólo si está hecha con la intención de ser catalana? Podemos contestar lapidariamente o condescendientemente o banalmente, o bien podemos aplicar a las preguntas el principio retórico de caridad y, después, tratar de ser responsables con lo que contestamos.

Tras una ideología independentista hay una ideología nacionalista; tras una ideología nacionalista, una de identitaria. No se puede entender el concepto moderno (que no contemporáneo, sino de la "modernidad" del s XIX-XX) de nación sin la voluntad de la homogeneización de su territorio y sin la autoarrogación de ser sujeto político. Los que desde la izquierda pedimos al resto de España (que deje de ser una nación decimonónica) lo tenemos que integrar en nuestro discurso y, en consecuencia, dejar de ser nacionalistas. Si no lo hacemos, la contradicción nos impedirá levantar un discurso coherente y válido de izquierdas.

Aún más, cuando el discurso opone los nosotros con los otros, y no en clave de lucha de clases (clave vertical) de asalariados (en su concepto más amplio) y capitalistas, sino en clave territorial (clave horizontal), la lógica schmittiana invade las relaciones políticas (entre estos supuestos "nosotros" y "otros") y la autarquía se convierte en el espejismo de una solución mítica: nosotros, el pueblo de este territorio, somos mejores que ellos, y solos nos irá mejor.

Este amigo independentista me ha hecho llegar esto:


"Estos días he estado revisando algunos datos del sistema de financiación de las CCAA y he hecho esta tabla con el gasto ejecutado en 2012 por habitante de las CCAA en términos homogéneos (sin gastos en Justicia, Seguridad Ciudadana ni intereses) con datos del M. Hacienda.


Navarra                        5184.7

País Vasco                     4168.6
Cantabria                      3787.1
Castilla y León                3475.3
Asturias                       3470.5
Extremadura                    3443.5
La Rioja                       3407.5
Islas las Baleares             3229.4
Murcia                         3171.1
Total CCAA                     3.117,3
Comunidad Valenciana           3112.3
Aragón                         3.095,5
Galicia                        3082.3
Castilla la Mancha             2974.7
Andalucía                      2.958,3
Comunidad de Madrid            2887.4
Canarias                       2871.6
Cataluña                       2.827,3

¿A alguien le entra en la cabeza que la cuarta región más rica de España y con el nivel de precios más alto, sea la que puede gastar menos?
¿O que el endeudamiento de la Generalidad ya sea del 33% del PIB, 10 puntos más que la media de las CCAA?
O sea gastamos menos y nos endeudamos más: una locura que el estado no piensa corregir, tan sólo aliviar. De hecho, como dice Mas Colell la sensación es que el estado transige con el escandaloso déficit de la Generalitat (más del 2,5%, medio punto más que el año pasado) porque si nos corta el grifo (como teóricamente debería hacer en defensa de la ortodoxia) tendría la DUI (Declaración unilateral de independencia) el día siguiente de que no pudieran pagar los funcionarios.
"

Los números, como las palabras, igual pueden mostrar una realidad que taparla. Reconozco que es muy extraño que en Cataluña gastemos menos y nos endeudemos más, pero ¿las políticas de clase de Convergencia no tienen nada que ver? ¿El mantener una lógica schmittiana en las relaciones con el resto de España, exigiendo, además, que sean los demás los que "nos seduzcan" (Joan Oliver Araujo, miembro del Consell Consultiu de Baleares, 20 de enero de 2013; Juan Herrera, el 13 de diciembre de 2013; Pablo Iglesias, 14 de noviembre de 2014 ...) como si fuéramos delicadas flores de estufa no tiene nada que ver? ¿Las políticas de pájaro en mano, de pedir el máximo, sino más, como instrumento para ir obteniendo ventajas de suma cero, del victimismo, de tensionar la sociedad... no tienen nada que ver?

En las estadísticas, los que saben de números les pueden hacer decir casi lo que quieran. Quien tiene un alta capacidad de interpretarlas hace que para él se conviertan en una materia dúctil y elástica, sometida dócilmente al sesgo del hermeneuta que nos la sirve. Es sencillo hacer caer al lector en la trampa de la autorreferencia, y es sencillo, igualmente, hacer que el lector se ponga a la defensiva (posición, la defensiva, que no aporta nada, es cierto, y que sólo muestra las carencias del que la adopta). Es, lo reconozco, mi caso: no puedo confiar en que la forma en que se presentan los números no sufra de un sesgo independentista. Y no, y eso es lo que pienso, porque la independencia sea para quien lo argumenta la salida, sino porque para el independentista los números son el -falso- argumento que le permite evitar el uso del otro y verdadero argumento : el identitario.

¡Hasta la próxima!


(*) EOP (Estructura de Oportunidad Política): Tarrow designa con este concepto la coyuntura exógena en la que se da la aparición de un movimiento social. Hace énfasis en el tiempo (el "cuándo", el momento en que aparece: de aquí decir "oportunidad") más que en el "por qué". Sostiene Tarrow que los movimientos sociales que aparecen de una forma repentina e intentan sacudir partes fundamentales de la sociedad se producen en situaciones donde encontramos de forma previa un sustrato y unos factores exógenos externos que permiten a estos movimientos tener aliados que, en otras condiciones, no lo serían objetivamente:

- Élites gubernamentales. Cuando una parte del poder ve la oportunidad de obtener una situación ventajosa.

- Aliados intelectuales (cultura, poder económico, eclesiástico ...). Cuando ven la oportunidad de convertirse en hegemónicos.

- Coyuntura internacional, otros movimientos sociales y políticos.

Las condiciones por las que un movimiento se desarrolla en el cobijo de una EOP hace que coja un fuerte empuje en poco tiempo, es cierto, pero también son la razón de la fragilidad tanto teórica como real de sus bases, a la vez que son la explicación de su igualmente repentina desaparición.

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