03 marzo 2017

Pou-Cervantes vs Gas-Shakespeare



AMB MOTIU DE LA SEVA MORT GAZIEL ENTREVISTA CERVANTES I SHAKESPEARE

Teatre Romea
Guió: Miquel Pujadó
Direcció: Carles Canut
Intèrprets: Josep Maria Pou, Joan Pera i Mario Gas
(Transcripción/anonimización de una carta sobre la obra supraescrita)
Estimado XXXXX, como podrás comprobar, escribo peor que hablo, así que, desde el principio, creo que lo mejor que puedo hacer es acogerme a tu benevolencia.
Haré sólo un esbozo y dejo para mejor oportunidad el hablarlo. Como informático viejo (y seguramente más por viejo que por informático) sé por experiencia que los textos de los correos a menudo tienden a provocar malentendidos, especialmente si, como es el caso, el que escribe se mete en terrenos más bien desconocidos: la crítica a una obra de teatro.
Pero una vez que ya me he puesto "tiritas" antes no reciba unas merecidas heridas, paso a decir lo que, para mí y con toda la humildad posible, han sido debilidades en la obra:
- Perder la oportunidad de que Cervantes hable en castellano.
- Un texto quizás un poco demasiado erudito y ambicioso.
- Joan Pera, tanto el personaje como el actor.
- Mostrar un Cervantes malhumorado, hosco, militar, de alguna manera "mesetero" y reactivo y a la defensiva ante un Shakespeare cómodo y, a veces, a un paso de ser "faltón", olvidando el Cervantes risueño y burlesco ( "Verdaderamente que hay poetas en el mundo que escriben trovas que no hay diablo que las entienda.", de la Ilustre Fregona), cómico, defensor de las mujeres (no a la manera galante, sino tratándolas como lo que son: personas con igualdad de derechos) demostrado en el discurso de Marcela en el Quijote ( "no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama. Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos… "), en el personaje de La Gitanilla ("Estos señores bien pueden entregarte mi cuerpo; pero no mi alma, que es libre y nació libre, y ha de ser libre en tanto que yo quisiere") o en "La ilustre fregona". De esta última obra el autor habría podido coger, en lugar del que presentó, este soneto:
Raro, humilde sujeto, que levantas
a tan excelsa cumbre la belleza,
que en ella se excedió naturaleza
a sí misma, y al cielo la adelantas;
si hablas, o si ríes, o si cantas,
si muestras mansedumbre o aspereza
(efecto sólo de tu gentileza),
las potencias del alma nos encantas.
Para que pueda ser más conocida
la sin par hermosura que contienes
y la alta honestidad de que blasonas,
deja el servir, pues debes ser servida
de cuantos ven sus manos y sus sienes
resplandecer por cetros y coronas.
- Mostrar un Shakespeare que, más sarcástico que irónico, se engolfa en molestar (en algún momento, alentado por el propio Pera-Gaziel) a un Cervantes, que por lo que expresa parece (¿guiño a Burgess?) atrapado en la telaraña de una migraña sin fin.
Y además ...
Un Pou inmenso se apoderó sin paliativos del teatro, mostrando notoriamente las carencias de Pera (seguramente con independencia del texto) y de Gas (seguramente por culpa del texto).
Un Pozo inmenso empequeñeció, por su misma inmensidad como actor, la altura de Cervantes, se apoderó del personaje, y en lugar de agrandarlo, reduciéndolo (por imperativo del texto, seguramente) a un viejo gruñón que, finalmente, acepta a "regañadientes" ser como Shakespeare ¿Hubiera aceptado Shakespeare ser como Cervantes? ¿Cervantes ser como Shakespeare? Sí, si hablamos del sentido banal de que todos somos humanos, no en el sentido crítico de que, por gracia de su talento, ninguna de las obras de los dos es reductible al otro (con todo, y sobre Cardenio / Cardenno, el pasado Sant Jordi salió un artículo en El País de Emilio Martínez Mata (catedrático de filología de la Universidad de Oviedo) que no deja muy bien parada a la versión inglesa de Cardenno: http://elpais.com/elpais/2016/01 /27/opinion/1453896528_048417.html).
En mi opinión, si Shakespeare es el maestro absoluto de los personajes desarrollados desde y para el intelecto (ideas abstractas como el Amor, la Duda, los Celos, el Poder, la Vanidad ... explicadas a través de su humanización) y es gracias a su maestría que nos es sencillo hacerlos nuestros, Cervantes, con el Quijote, se convierte en el maestro absoluto de los personajes corrientes (una especie de arquetipos somáticos -acepta el oxímoron- que pisan tierra), y es gracias a su maestría que los hacemos nuestros por corrientes y no por anodinos.
En teoría de la representación, y del espectáculo, hace fortuna el concepto de "suspensión de la incredulidad". Concepto éste que, como la escritura en prosa, y pensando en el Monsieur Jourdain (El burgués gentilhombre) de Molière, todos hacemos sin necesidad de que nos lo digan, y cuando nos dicen que lo hacemos, nos sorprendemos, como le ocurre al gentil burgués.
Tengo para mí que, como si de una droga se tratara, el cine de efectos especiales nos induce tolerancia a los efectos de los efectos especiales (perdón por la redundancia) y nos hace exigir cada vez más que lo representado en la pantalla deje de ser mapa donde imaginar los hechos del argumento y pase a ser dura y pura realidad presentada (que no meramente representada).
Pero todo tiene un riesgo. Si en el caso del cine el riesgo es el de subir el nivel de tolerancia, en el del teatro el riesgo deviene de la inmediata desnudez del proceso: cualquier error hace que el rey vuelva a estar desnudo.
Y sólo me creí a Pou-Cervantes, y aunque esto a mi pesar, ya que me creí a Pou, pero no a Cervantes: el actor, pero no  el texto. Y vi desnudos a Pera-Gaziel y a Gas-Shakespeare.
Recuerdo, en cambio y por poner un ejemplo contrario, el Pou de Orson Welles (julio de 2008): entonces, sí. Entonces si suspendí la incredulidad y vi a Welles (verosímil y no erudito). No a Pou, pero por la gracia de Pou.
La pregunta final es ¿Disfruté? Sí, pero hubiera disfrutado más con menos erudición, más -auto- ironía y sin doblaje.
Un abrazo!

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